¿Es posible medir la prescindibilidad de las palabras? ¿cómo se hace, cuando éstas ya se cayeron de la boca, resbalándose del pensamiento? ¿cómo se hace cuando el efecto siguió a la causa antes de lo imaginado, y la racionalización de lo dicho no alcanzó a dilucidarlo...? La inmediatez ingobernable.
Incontables fueron los días marcados por la tensa expectativa, que tristemente se sucederían por un genocidio prematuro de promesas. Sus palabras anidadas en mis entrañas, la tenue e ingenua llama alimentada con mi aire, sirviendo de impulso a las más tiernas visiones, que alguna vez se animarían a ser... ¿que alguna vez se animarían a ser?
Un eterno retorno ineludible, cuya esencia siempre invariable se compone de trampas textuales, especulación semántica, imaginación desbordante...
Manchadas con incerteza y sufrimiento; así nacieron y morirían sus palabras, enunciadas irresponsablemente, escupidas como objetos amorfos, incoloros, inpalpables, simples cosas fetichizadas; una vez concretadas, huérfanas.
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