domingo, 13 de febrero de 2011

El Eterno Retorno y el Eterno Cambio.

▫ En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos ▫

Así como la vida fluye, al igual que los ríos de los que hablaba Heráclito, y cada vez que regresamos a la orilla que conocíamos para sumergirnos, las cosas se transforman, nosotros cambiamos, el paisaje muta, nuestros ojos miran otras cosas, por algún tramposo designio del destino, siempre volvemos a la misma orilla. El río es extenso, y la corriente nos arrastra muchas veces a lugares que no esperábamos encontrar, pero cuando nos resistimos a ser dirigidos y salimos del caudal de agua, el paisaje seco no nos entusiasma, queremos volver a ese río al que estamos acostumbrados, y qué mejor malo conocido que bueno por conocer, encaramos la misma orilla, atravesamos el mismo vado, y pisamos las mismas rocas, para dar el gran salto y sumergirnos, adentrándonos en la corriente sintiendo cómo se detiene el tiempo.

Queremos ser agua, queremos ser caudal, queremos ser impredecibles, queremos simplemente Ser. Pero la naturaleza está cada vez más lejos de nuestra esencia, estructurados por lo artificial, fluimos encausados. Y quién sino nosotros, paradójicamente, construimos esos embalses y canales, que dirigen nuestra trayectoria, creyendo alguna vez que era la acertada. Seguimos inconscientemente nuestras propias reglas, nuestras propias normas, nuestros propios mandatos. Queremos cambiar y no queremos, queremos elegir, y sin embargo nuestras elecciones son una sucesión de repeticiones, un eterno retorno a lo efímero, guiados por el fenómeno, más que por el noúmeno, por lo artificial, por lo superficial, por lo que el sentido común quiere establecer como Real, en vez de guiarnos por los instintos, por aquella naturaleza primitiva y auténtica, que nos dejaba ser, fluir, recorrer el mundo en profundidad, conociendo cada espacio y cada ser que el camino incierto presenta.




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