sábado, 16 de mayo de 2009

25 años sin golpe de Estado


Este 10 de diciembre, una gran parte de los que conformamos el "Gobierno del Pueblo", tal vez no tantos como los que en teoría formamos parte de él, quizás más de lo que son concientes de ese hecho, y luchan por validarlo cotidianamente, salimos a las calles con estandartes de justicia, tranquilidad, orgullo, y por qué no alegría por haber formado parte de este período de 25 años consecutivos de gobiernos elegidos por Sufragio Universal, sin interrupciones autoritarias, dictatoriales, cívico-militares, oligárquicas, y de otro tipo, que serían parte de la "normalidad" política de la Argentina, desde que se constituyó como República.

Sabemos que en la realidad política y social de nuestro país (por no mencionar otros tantos ejemplos similares) el "Pueblo" gobernó plenamente en instantes tan efímeros que al menos desde mi interpretación es imposible siquiera detectarlos para citarlos, descontando la minuciosa descripción y particularización que requeriría su señalamiento, y la extrema subjetividad que implicaría su selección. Obviando aquello, podría afirmar que los últimos 25 años, si bien no se caracterizaron por su democratización, no deben menospreciarse ante la oscura presencia precedente, períodos sangrientos, opresores, que extinguieron, o al menos lograron mantener en las sombras por la vía represiva aquella llama revolucionaria; y con esto me refiero a los numerosos momentos históricos en donde la población argentina fue conciente de su fuerza, y puso en marcha sus expectativas, sus proyectos, sus cambios, reivindicándose y haciendo valer aquello que permaneció siempre en un papel, vanas palabras por su incongruencia con la realidad, como simple promesa o teoría de ensueño, notando que aquel "Pueblo" en nombre del cual, numerosos representantes políticos, ejecutaban sus planes elitistas (descuidando evaluar cuáles eran los planes que la gente precisaba, quería, o beneficiaría por sus incidencias a un número mayor que la decena de concurrentes a la mesa de gala de una quinta porteña) era en realidad el que hacía posible su gobierno, y por definición el que hacía posible su existencia, como representantes.

En los terribles años en que “se podía caminar por la calle tranquilo” (siempre que uno no fuera de los que conformaban el gran colectivo de los marcados por pensar más de lo deseado por los padres de la Paz y la Reorganización Nacional), la democracia era algo más abstracto todavía, quizás para los más afectados por el pesimismo que su mundo les inyectaba, algo utópico e inalcanzable. Hoy no podemos negar el gran avance que como ciudadanía alcanzamos. Y si bien es necesario marcar este conocido y renombrado contraste, para nunca olvidar las atrocidades que la codicia e inhumanidad de una parte de la población argentina es capaz de realizar para llegar a la plenitud del Poder, tampoco podemos quedarnos con un conformismo que apague las irregularidades de la actualidad, creyendo que por estar “mejor que antes”, y acentuando muchas veces esta diferencia, pretendiendo suavizar así lo que ocurre en la sociedad argentina del 2008, debemos permitirnos vivir en la memoria, en vez de construir para un futuro.

La democracia va más allá del acto periódico, y tedioso para muchos, de concurrir a las urnas cada dos años; la democracia debería significar para todos la posibilidad de escribir nuestro porvenir, de no dejar que la figura de un político sea el culpable de las injusticias que vemos al salir a la calle, que al costado de los varios actos que esta fecha ameritará, siga habiendo chicos que en democracia mueren, no por las balas, sino por el hambre y la falta de oportunidad que viven día a día ellos y sus familias, allí y en muchos otros rincones olvidados del país.La democracia, en contraste con los anteriores períodos negros mencionados, debería significar que efectivamente los muertos y desaparecidos políticos dejen de ser noticias regulares, y también ignoradas. Que el Nunca más, vaya más allá de la formalidad.


10 de diciembre de 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario