Una palabra viva, buscando un reflejo del alma que conocía y que extraño sentir.
Imágenes irreales al fin, incesantes espejismos que atormentan cada respirar.
Y el respiro ya como soplidos resignados, conformarse termina siendo la utopía,
ante un encuentro más allá de lo imaginable.
Resginarse,convencerse,olvidarse. Palabras, palabras...
Abstracciones incognoscibles, que juegan a ser símbolo una vez más.
Olvidar; recordar y desechar, imágenes, momentos, un nombre, un lugar, un día, EL día.
Pero ya no son imágenes, ya no son Nombres, ya no son momentos...
Son huellas imperennes, perpetuas, grabadadas,intachables...
Antes el motor de las sonrisas más espontáneas, hoy amargas expresiones incontenibles.
[La tarea del artista no es sucumbir a la desesperación, sino buscar un antídoto para el vacío de la existencia...]
sábado, 6 de noviembre de 2010
La maldita ciudad del olvido
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